Recuerdo cuando tejías primaveras en mi pelo,
las margaritas decoraban nuestros pies
y el bosque era refugio nuestro.
Recuerdo cómo hiciste nuestro nido en el cedro,
cómo nos refugiamos en el calor de su copa
y cómo por las noches me erizabas el bello.
Recuerdo las caricias del sol al amanecer,
el murmullo de los pájaros a mi alrededor
o tu mirada que me impedía entristecer.
Recuerdo tus abrazos en mi verano
tus pupilas soñando al amanecer,
o esas caricias tuyas cuando me hacía daño.
Recuerdo cómo los días se volvían grises,
a veces se inundaban de arcoiris
otras simplemente, bañados en sol.
Recuerdo tus dedos, los nudos en mi pelo,
los ronroneos del río de fondo
mis ganas a rendimiento pleno.
Recuerdo el poder de tu sonrisa,
la frescura con la que tus pies acariciaban el monte
o esa forma tuya de hacerme sentir menos lista.
Recuerdo cómo bailábamos en los árboles,
el arrullo de las mariposas al vernos pasar
y cómo los animales corrían a nuestro encuentro.
Recuerdo cómo llegaste,
cómo te fuiste,
cómo regresaste.
Y en las noches oscuras en las que no me abrazas me da por pensar,
ya que, no sé si te soñé o eran los pájaros que cantaban muy fuerte.